Un día, en el verano de 1973, llegó mi padre desde la cocina de nuestra casa de Vilanova i la Geltrú hasta el porche en donde estaba yo terminando de desayunar y colocó en la alargada mesa monástica del porche unos ajos, unos huevos y unos tomates sobre una tela de arpillera y me dijo:
"En cuanto termines de desayunar, quiero que bajes las pinturas y el caballete y pintes este bodegón que te he colocado. Y que lo hagas lo más realista y fielmente posible que puedas."
Y así lo hice y éste fue el resultado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario