En las rocas el niño me distrae del fondo brumoso e indefinido de esa tarde sin sol en que uno ha ido a enfrentarse consigo mismo frente al mar, temiendo encontrarlo azul, pero sorprendiéndose al sentirlo a la medida del estado de ánimo que le llevó al encuentro. Uno se siente protegido por el espigón, pero no limitado, ya que el horizonte enseña el mar abierto que nos invita a existir y a aventurarnos unas millas con una vela al viento, buscando respuestas. El agua no se jacta alegre sino enturbiada como el alma y como la tarde, y todo destila una soledad resistible y atemperada, que es la que se iba buscando. Integrarse en el paisaje.
En las rocas el niño me distrae del fondo brumoso e indefinido de esa tarde sin sol en que uno ha ido a enfrentarse consigo mismo frente al mar, temiendo encontrarlo azul, pero sorprendiéndose al sentirlo a la medida del estado de ánimo que le llevó al encuentro.
ResponderEliminarUno se siente protegido por el espigón, pero no limitado, ya que el horizonte enseña el mar abierto que nos invita a existir y a aventurarnos unas millas con una vela al viento, buscando respuestas. El agua no se jacta alegre sino enturbiada como el alma y como la tarde, y todo destila una soledad resistible y atemperada, que es la que se iba buscando. Integrarse en el paisaje.