domingo, 10 de enero de 2010

FRANÇOY CHEVALIER, CABALLERO DE HADOQUE, 1992. Museo Tintín. Madrid.

Desde muy niño, ocho años, mi tío Álvaro me regaló un álbum de Tintín, Tintín en el Tíbet, que significó mi amor y pasión por este cómic y este personaje, así como su estética de la línea clara. Y se convirtió en el cómic de mi infancia. Pero fue a mi hermano Juan al que le llegó a apasionar de tal modo las aventuras de este personaje, que se llegó a cartear con el creador de este cómic, el belga Hergé, escribir un libro Tintín, Hergé... y los demás (Ediciones Libertarias, 1988), y crear un Museo Tintín en la calle Fomento de Madrid. Y este cuadro preside las paredes de su Museo.

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