Este cuadro es uno de mis preferidos y, por eso, he querido conservarlo siempre conmigo. Es un extraño cuadro mágico entre modernismo simbólico, impresionismo catalán y con un
horror vacui a manera de tapiz. Además, ¡cuántas veces habremos sacado agua de ese pozo del patio de la ermita en que esta misteriosa dama prerrafaelista del cuadro lo saca!
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