
En 1970 pinté un cuadro del pintor Alejandro de Cabanyes, gran pintor de marinas y pescadores de Vilanova i la Geltrú, a la edad de 93 años. Acudía a retratarle en ese agosto de 1970 a su gran casa solariega familiar en donde tenía su impresionante casa-taller, villa de estilo florentino, que luego se convirtió en la famosa
Masía Cabanyes,
Centro de Interpretación del Romanticismo. Además de la ya avanzada edad y de que ya estaba ciego el pintor, mi pintura -muy expresionista y matérica en aquellos tiempos- estaba por entonces muy influida y fascinada por el expresionismo matérico de Solana, pintor del que mi padre me había regalado una monografía y cuya pintura había contemplado recientemente en una estupenda antológica celebrada en la Galería Biosca de Madrid.
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