jueves, 2 de septiembre de 2010

Generalife, 1990. Colección particular. Madrid.


1 comentario:

  1. Abro con retraso tu Generalife, y, como siempre que me metes en uno de tus paisajes, vivo allí. Casi me intimida ese jardín voluptuoso que revienta de color, y me asusta la oscuridad del agua profunda y sombría, con su amenaza de monstruos y secretos oscuros.
    Huelo el verdín de los bordillos, y adivino peces, ranas y sapos, intuyo gatos agazapados y no oígo pájaros, porque la escena es quieta y majestática, con los cipreses que no creen en Dios haciendo de portada. Parece que cae una tarde que no ha sido de pleno verano, porque predominan esas sombras turbias en el agua.
    Y quiero irme porque dentro de un rato desaparecerán las formas y los contornos y se oscurecerá más aún el agua, y solo reflejará una rendijita de cielo entre la sombra de los cipreses, que se harán mucho más grandes, el agua dejará escapar sus secretos del pasado, y para entonces yo quiero estar lejos y a buen recaudo.

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